Tus piernas recostadas en el borde de la cama, te quedabas
pensativo y decías cosas sobre la
muerte. Te levantabas y fumabas y te acostabas otra vez, como un gato sonámbulo,
hablabas de glen goud y de fut bol pero no de ilusiones ni esperanzas como los
hombres de tu edad suelen hacer.
Te desenvolvías en mis ojos, te estremecías en mis brazos
y juntábamos nuestros labios como ecos silenciosos.
Que mas da por saber que pasaba afuera en el corredor, la ausencia de tus miradas
profanaban las almohadas. Te reías y decías que la vida no valía, ese tono tan antipático
que dabas me daba la impresión de amarte como se aman las joyas mas preciadas y
sonando, sonando ese corazón tuyo de alhajero donde
yo ponía mi amor esmeralda y tu apagabas un cigarrillo.
Te ame cuando dijiste que me amabas, me rendí cuando te fuiste,
tus piernas recostadas sobre las mías esa noche te entregabas sin nada.
Para Abril, quien mas momentos felices me trajo.
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